Francesc Torralba

Elogio de la madurez

La madurez como punto álgido de la vida, como el momento de entregarse generosamente a los demás, pero también a uno mismo.

Francesc Torralba nos invita, con una prosa profunda, meditada y rica en metáforas, a adentrarnos en el complejo y, a menudo, contradictorio universo que habita la persona adulta. En este contexto, en su ensayo Elogio de la madurez, reflexiona sobre esta etapa vital. A diferencia de etapas anteriores, el individuo ya no vive empujado por la inmediatez de la juventud ni condicionado por las urgencias de la vejez. Finalmente, se encuentra en un momento de plenitud serena, con capacidad de análisis, conciencia del paso del tiempo y una sabiduría que ha sido forjada a lo largo de los años.

Asimismo, Torralba describe con sensibilidad las paradojas que atraviesa la persona madura. Por un lado, los hijos, que durante años fueron dependientes, inician su propio camino y ya no lo necesitan como antes. Por otro lado, los padres, ahora ancianos y frágiles, requieren atención constante y se convierten en una nueva responsabilidad. En consecuencia, en el centro de todo se encuentra el adulto, con sus anhelos, sus heridas, los sueños cumplidos y aquellos que se han desvanecido. No obstante, también posee una nueva capacidad de amar, de comprender y de dar sentido a lo vivido y a lo que aún queda por vivir.

En definitiva, Elogio de la madurez defiende que esta etapa puede vivirse como un momento de máximo esplendor, de realización auténtica y de servicio generoso. Así pues, es una invitación a ver la madurez no como un declive inevitable, sino como una culminación vital cargada de sentido, plenitud y profundidad. En conclusión, una nueva etapa por la que transitar de manera pausada, agradecida y serena. Una nueva oportunidad para quererse más y mejor a uno mismo.